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  • Will Watson @willwatsonog

La sociedad de la desinformación


PARTE UNO: SÓLO SE QUE NO SE NADA

Los que me sigáis en Instagram sabréis que llevo un par de semanas compartiendo ideas y dándole vueltas al asunto del que vamos a hablar hoy. Empecemos.

Hoy en día, el ser humano tiene a un click el acceso sin fin a una cantidad inconmensurable de información. Esto ha creado una falsa ilusión de sabiduría. Ante cualquier pregunta, la respuesta es "lo miro en Google o Wikipedia". Esto es todo el esfuerzo que nos supone. Por lo tanto, en un mundo en el que podemos saberlo todo, ¿Para qué queremos a los expertos?

En un artículo de Tom Nichols, que me ha servido como inspiración, habla con mucho humor sobre este tema:

"En 2015, Public Policy Polling, preguntó a una amplia muestra de los votantes del partido demócrata y republicano, si apoyarían bombardear Agrabah. Casi un tercio de los republicanos apoyaría el bombardeo mientras que un 13% se opuso a la idea. Las preferencias de los demócratas eran inversas: 36% se opuso al bombardeo, mientras que 19% estaba a favor. Agrabah no existe. Es el país ficticio de la película de 1992 Aladín de Disney.

Los demócratas se pavonearon diciendo que el estudio ponía en evidencia las tendencias agresivas de los republicanos. Mientras que los republicanos decían que el estudio mostraba el pacifismo ingenuo de los demócratas. Los expertos en seguridad nacional se quedaron perplejos viendo lo que los datos decían: que un 43% de los republicanos y un 55% de los demócratas de la muestra tenían una opinión definida sobre el posible bombardeo de un lugar que sólo existe en un dibujo animado."

Todos los días oímos en la radio cómo se les hacen preguntas de primaria a personas adultas y nos mofamos ante las barbaridades que dicen. Que los votantes no sean expertos en seguridad internacional no es nada nuevo. El precio que pagamos por la división del trabajo es ese, nadie puede ser experto en todo, hay que especializarse y los demás debemos seguir los consejos de la comunidad experta, que aunque se equivoca, lo hará menos que el resto.

Lo que es nuevo es la capacidad que tiene todo el mundo de manifestar su opinión sobre temas que no entienden en absoluto y la arrogancia con la que lo defienden, a menudo desde el anonimato que les ofrece la red o una llamada telefónica. Por estos medios muchas celebridades y famosos lanzan sus opiniones erróneas, a las que tienen acceso miles de personas sin formación en el tema, que las tomará como verdades infalibles. Las campañas contra vacunación defendidas por actores como Jim Carrey es un ejemplo de esto, pero en España tenemos a muchas celebridades opinando con vehemencia sobre asuntos de los que no entienden.

Lo realmente curioso, es que los individuos más ignorantes en un tema determinado, son objeto de un sentimiento de superioridad ilusorio, pensando que saben mucho más de lo que saben. Es un efecto denominado Dunning-Kruger. Consiste en que cuanto menos se sabe de un tema, más se piensa uno que sabe. En un artículo los investigadores comentan sobre los sujetos que tienen menos conocimientos en sus experimentos "No sólo es que lleguen a conclusiones erróneas o que se equivoquen con sus elecciones, es que su incompetencia les roba de la habilidad de darse cuenta de lo que les está pasando".

Tom Nichols escribe comentando el citado artículo: "Todos hemos estado en una cena en la que un individuo determinado empieza a sentar cátedra con una lluvia de datos erróneos sobre un asunto del cual no tiene la más remota idea." En mi opinión, lo peor es que los desafortunados comensales que se dan cuenta de ello, se acaban callando por no faltar a la educación. Todos, antes o después, hemos afrontado una situación similar.

PARTE DOS: LA DESAPARICIÓN DEL VOTANTE INFORMADO

Vivir en una democracia significa que cada persona tiene derecho a un voto y que ese voto debe valer lo mismo. Es igualdad de representación política. Lo que no necesariamente conlleva que todas las opiniones valgan igual.

Asimismo, cuando se enfrentan dos posiciones distintas en un debate, la parte perdedora suele buscar consuelo, diciendo algo así como "bueno esa será tu opinión, yo tengo la mía", en un desesperado intento de proteger su frágil autoestima.

En la entrevista de Letterman a Obama en Netflix, Obama parafrasea a Moynihan, un demócrata al que en un debate le argumentaron con esa odiosa frase de "tu tendrás tu opinión pero yo la mía" a lo que Moynihan le replicó "tienes derecho a tener tu propia opinión, pero no tienes derecho a tener tus propios hechos."

Hay que ser tolerante y desde luego respetable con las personas, pero no con las ideas. Hay ideas que no se pueden defender. Lo único que es defendible es el derecho a expresarlas.

Los españoles, a día de hoy, siguen usando la posición de la izquierda o la derecha para definirse ideológicamente. Muchos estudios psicológicos muestran que nuestro posicionamiento político está muy relacionado con nuestra propia imagen y por tanto, con nuestra autoestima.

Lo que nos ayudaría a ser menos subjetivos sería tomar consciencia de que nuestra inclinación política nos va a tratar de sesgar, ya que vamos a resistir las ideas que no nos gustan y aceptamos con facilidad los hechos que sí concuerdan con nuestra ideología. Es el precio de ser humanos, no podemos ser objetivos.

A lo que me estoy refiriendo, es a un fenómeno muy estudiado llamado sesgo de confirmación. Consiste en que sólo vamos a tratar la información que confirma nuestras ideas preconcebidas. Hasta los más expertos investigadores tienen que poner mecanismos de control, para que sus estudios no se contaminen con este efecto.

Las cosas se complicaron a medida que la tecnología favoreció el aumento masivo de medios de comunicación. Dichos medios se vieron en una competición por lectores. En una carrera por clics, en la que se va a tener la tentación de tratar de entretener al lector frente a informarle. Esto se da en la radio, la televisión, así como también los periódicos. Antiguamente había sólo un canal de televisión, que desde luego tenía su agenda y sus intereses, pero cuando las personas posteriormente lo analizaban, lo hacían con un denominador común.

La democracia sólo funciona con votantes que están bien informados, no nos basta con votantes entretenidos. Facebook, Youtube y Twitter destacan como los medios de información con más audiencia. Varios artículos ya apuntan a que casi la mitad de los norteamericanos reciben sus noticias exclusivamente por Facebook. A lo largo de la historia periodística de Estados Unidos, ningún periódico ha tenido tanto poder tan concentrado. En Facebook encontramos publicaciones respetables, pero también páginas amateur como esta, o directamente mal intencionadas, que se dedican a crear videos virales o teorías de conspiración, que gran parte del público acaba asumiendo.

Vivimos en un mundo donde nos creemos lo que vemos. Además, sólo nos relacionamos con los que ya piensan como nosotros, por lo que únicamente vamos a recibir la información que nos confirme lo que nos gusta (sesgo de confirmación). Toda realidad que no nos guste o no cuadre con nuestras ideas, la desechamos.

Es un problema muy grave. El escándalo queda claro cuando gobiernos extranjeros crean estrategias de desinformación e interfieren en las redes sociales para conseguir un resultado político, como parece que logró Rusia, en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Los servicios de Inteligencia comunicaban esta semana que era muy probable, que Rusia volviese a intentarlo en las elecciones legislativas de este año.

No es sorprendente que se quiera controlar a las compañías tecnológicas y que gobiernos como el de Reino Unido esté tomando medidas para combatir las noticias falsas. Una solución que podría ayudar, sería que Facebook tuviera que asumir responsabilidad sobre el contenido que se publica, como se le exige a los medios de informativos tradicionales.

Por otro lado, el hecho de que sólo leamos lo que nos gusta, que tanto favorece los titanes de la información, hace que vivamos en realidades distintas. Lo normal es partir de unos hechos para sacar unas conclusiones, pero ya no compartimos ni los hechos. Para mostrar un ejemplo, dos personas con ideología política opuesta, que reciben su información mediante Facebook o Twitter, si no contrastan con otros medios de comunicación, probablemente piensen que viven en países distintos.

El Congreso de los Diputados, con representantes que se eligen desde distintas realidades, se ha convertido en un show, en el que los políticos tratan de hacer dos cosas. Por un lado, tratan de cumplir con el mensaje que le pide la dirección de su partido (que no necesariamente coincide con lo que necesita España). Por otro lado, tratan de entretener a sus propios votantes para tratar de que compartan sus intervenciones y lo vea el máximo número de personas posibles.

Las soluciones pasan por varias vías, para empezar, se necesita que el votante como tú y yo, consulte medios de comunicación distintos. Esto requiere esfuerzo. Por parte de los gobernantes, implica saber rodearse de los mejores expertos, para que luego sean los propios representantes del pueblo, los que tomen las decisiones pertinentes. Asimismo, deben saber transmitir en un lenguaje cercano, las diferentes opciones que afecten a sus votantes. Por último, por parte de los periodistas significa no perder los valores fundacionales de su profesión. Informar tiene que ser más relevante que entretener. Por último es importante que la legislación avance en este sentido estableciendo leyes que hagan que las grandes empresas tecnológicas sean responsables de su contenido, ya que a día de hoy, no lo son.

Otro aspecto muy relacionado es que ante esta información masiva, estamos perdiendo la capacidad de analizar lo relevante entre tantos datos. Como decía al principio del artículo, tener acceso a tanta información, no nos está haciendo más sabios. Por ejemplo, leer libros estimula el pensamiento conceptual y aunque éste sea un proceso más lento y menos atractivo que las historias de Instagram o los tuits, ayuda a desarrollar análisis. Ya que para poder explicar los titulares, hace falta primeramente entender el contexto y a continuación, comprender las distintas teorías que tratan de explicarlo.

Hay más de 190 países en el mundo que tienen que dar respuestas a problemas que sufrimos todos, como el cambio climático, la corrupción, el paro, el yihadismo, la inmigración, la desigualdad etc. No nos sucede a nosotros solos. Todos estos problemas están en los titulares todo el día pero no sus soluciones.

¿Por qué no tenemos, por ejemplo, debates sobre cómo Singapur casi consiguió acabar con la corrupción, la política inmigratoria canadiense o sobre cómo los partidos de Indonesia consiguieron aplacar al extremismo yihadista? En la actualidad y por todo el mundo, se vienen aplicando soluciones para todos estos problemas, que podríamos imitar.

En este país, si se tiene la valentía y aunamos la suficiente paciencia para escuchar las propuestas que los partidos nos quieren dar, por ejemplo al paro, tenemos un bloqueo entre una derecha que quiere dar más flexibilidad a las empresas y una izquierda que opta por lo contrario. Esto viene a ser algo repetitivo y cansino. Es normal que, contando con un panorama de estas características, se prefiera ver videos virales de gatos o noticias de los nuevos embarazos de las Kardashians.

Podría equivocarme, ya que todo esto es sólo mi opinión. También podría ser, a estas alturas del artículo, que esté hablando solo mientras os habéis ido a ver que han hecho este fin de semana vuestros amigos en Instagram ¿Quién sabe?


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